Un día más, un día menos. A Jorge cada día se le hace más cuesta arriba tener que ir a trabajar. Desde que han puesto a Sergio de jefe de departamento, no hay día que logre salir a su hora. Siempre pasa algo y hay que correr para solucionarlo cuanto antes. ¡Qué ganas tiene de que lleguen las vacaciones para poder mandarles a tomar viento unas semanas! Por desgracia, aún falta mucho para que lleguen. Además, por si eso fuera poco, no hay ningún festivo a la vista en los próximos meses. Sin duda, estamos en la peor época del año.

Cuando entró en la empresa estaba bien. El trabajo era interesante, podía aprender mucho y había margen para ir progresando internamente. Catorce años más tarde, le han ascendido un par de veces y cobra bastante más, pero odia su trabajo. Quizá debería buscar otra cosa, pero a su edad es complicado. ¿Y montar algo por su cuenta? O, mejor aún, ¿comprar cuatro cabras y echarse al monte?
En esas elucubraciones vacías andaba enfrascado cuando una música inesperada le hace volver al plano terrenal. Un hombre de edad indeterminada está tocando el violín en la calle. Hay que reconocer que sabe lo que hace. No reconoce la canción, pero la melodía va calando en el tuétano de Jorge y se queda embobado viendo al músico tocar.
Cuando el violinista termina el recital y empieza a recoger, Jorge se da cuenta de que ha pasado más de una hora de pie en medio de la calle viendo tocar a un completo desconocido. Siente una sensación similar a la vergüenza, o al apuro quizá, y busca en su cartera un billete para arrojarlo al gorro que el artista había dispuesto para recibir aportaciones de su público. «Un crowfunding a la antigua usanza», piensa Jorge.
Coge un billete de cinco euros y se dispone a lanzarlo cuando el violinista ya está acabando de recoger, así que opta por dárselo en mano y felicitarle por su talento. El músico callejero le da las gracias e inclina la frente a modo de reverencia de agradecimiento. Cuando Jorge reemprende su camino, hace ya un tiempo que el músico y su público han desaparecido por completo.
Por la noche, mientras intenta conciliar el sueño, Jorge piensa en el violinista. Una persona capaz de transmitir tanta emoción, tanta pasión, con un simple violín seguro que no se siente tan vacía como se siente él con su trabajo soporífero y su vida monótona. ¿Cuál será su secreto? Debería habérselo preguntado. Con esas ideas en la mente, cae rendido en un sueño profundo.
El día siguiente se levanta de mejor humor. Le espera una jornada increíblemente similar a la anterior, pero ha planeado volver al mismo sitio de ayer para encontrar al violinista y, cuando termine de tocar, hablar con él, preguntarle sobre su vida e intentar descubrir su secreto. Ese objetivo le mantiene activo y despierto todo el día y logra superar su turno sin perder la alegría.
Cuando llega al lugar donde había encontrado al músico el día anterior, le embarga una repentina decepción que le cae como un jarro de agua fría. Hoy no hay nadie tocando en ese rincón. No se deja arrastrar por la aparente derrota y recorre las calles donde a veces hay artistas callejeros para intentar encontrarle de nuevo. Una hora y media más tarde, no le queda más remedio que abortar la misión y largarse a casa abatido.
Todos los días, al salir del trabajo, repite la misma operación. A veces encuentra músicos, pero nunca el del primer día. Se plantea hablar con algún otro, pero ninguno le transmite las mismas sensaciones que el violinista original. En vista del éxito, decide cancelar la operación. Quizá algún día el destino quiera que vuelvan a coincidir. Quizá no.
A pesar de no haber podido hablar con el músico callejero, a Jorge le sigue rondando por la cabeza la misma idea que el día que se topó con él. ¿Cuál será su secreto? A lo mejor no es necesario volverlo a encontrar para que se lo explique. Lo que necesita es una afición. Una vía de escape.
Ese mismo día se compra una guitarra por internet y se apunta a un curso online para aprender a tocarla. Puede que sea tarde para cambiar de trabajo, pero nunca es tarde para convertirse en una estrella del rock.