Lo que vais a leer a continuación no es un relato completo. Es el primer capítulo de una novela que estoy escribiendo. Quería compartirlo con vosotros porque llevo bastante tiempo sin publicar, ahora entendéis por qué. Agradeceré de corazón todos vuestros comentarios.
No es un adiós para siempre, es un adiós por un instante. Es más, ni siquiera es un adiós. Ni tan solo un hasta luego. Es tan solo un cambio de tercio.
Tumbado en la hierba se está bien. Meterse en el lago requiere un importante esfuerzo de voluntad. El brutal contraste con el sofocante calor del verano convierte el primer impacto con el agua en una mordida gélida que fuerza la contracción de todos los músculos del cuerpo y eriza por completo todos los folículos de la piel. Al salir, en cambio, la brisa que mece las perlas de agua pegadas a la piel como si fueran moluscos en una roca produce una deliciosa sensación de bienestar.
Vas bien de tiempo. Ha sido buena idea ir en autobús, aunque para volver necesitarás coger un taxi. De haber ido en coche, aún estarías dando vueltas buscando un sitio para aparcar. Además, no podrías beber. Sí, ha sido buena idea ir en autobús.
Un día más, un día menos. A Jorge cada día se le hace más cuesta arriba tener que ir a trabajar. Desde que han puesto a Sergio de jefe de departamento, no hay día que logre salir a su hora. Siempre pasa algo y hay que correr para solucionarlo cuanto antes. ¡Qué ganas tiene de que lleguen las vacaciones para poder mandarles a tomar viento unas semanas! Por desgracia, aún falta mucho para que lleguen. Además, por si eso fuera poco, no hay ningún festivo a la vista en los próximos meses. Sin duda, estamos en la peor época del año.
Julián y Clara llevaban diciendo que iban a hacer el Camino de Santiago desde que iban al instituto. Al principio era una idea abstracta, uno de esos planes para un futuro hipotético que no tenían muy claro si llegaría. Con el tiempo, se fue convirtiendo poco a poco en un objetivo de pareja.
«Hay quien cree que lo más difícil de cometer un asesinato es evitar que te pillen. ¡Qué equivocados están! Lo más difícil es cruzar la frontera moral que separa a los seres humanos de las bestias. Una vez dado el paso, lo demás viene rodado. Pero eso ya lo sabéis, claro. Por eso estáis aquí.»
Por fin. Después de años de pelearse con su madre para modernizar el restaurante, para lavarle la cara y renovar los menús, para dejar de ser un mesón de menús del día que abre solamente los laborables al mediodía, por fin, el Mesón de La Bruta era suyo.