Esta semana, con motivo de las fiestas navideñas, no hay ningún relato nuevo. En lugar de eso, os regalo algo todavía mejor: mi primera publicación en formato EPUB.

Un relato nuevo cada martes.
Esta semana, con motivo de las fiestas navideñas, no hay ningún relato nuevo. En lugar de eso, os regalo algo todavía mejor: mi primera publicación en formato EPUB.
Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo, en la isla de Graj, moraba un temible monstruo que aterrorizaba a los isleños. Un animal de cuatro patas semejante a un lobo, pero tres veces más grande e increíblemente astuto. Se dice que tenía rubíes por ojos y que sus fauces podían quebrar la roca y el acero. Además, era tan veloz y vigoroso que podía cruzar la isla de extremo a extremo en pocas horas. Los caballos más veloces necesitaban dos días para cubrir ese recorrido.
Uno pensaría que nunca se es demasiado viejo para ejercer de mago, pero el Consejo Arcano de Valladolid, en cambio, tiene una opinión tan precisa como firme al respecto. 70 años, ese el umbral que no se debe rebasar para pertenecer a la Orden y ejercer la magia.
Lo que os voy a contar no lo sabe todo el mundo, así que os ruego que seáis discretos. Por si acaso, me reservaré algunos detalles. Al fin y al cabo, si esta información llegará al gran público, perdería su propósito. Todo dejaría de tener sentido.
No somos nada. Con lo que había sido Narcís y mira cuánta gente ha venido a su funeral. Veinte personas, si llega. Creo que soy el único que no es de la familia. A sus hijos los conozco, con los nietos ya me pierdo. Esa señora debía de ser la cuidadora, o alguien allegado a alguno de sus hijos. Ya solo quedo yo. Ley de vida, supongo.
Llevaba casi un mes buscando un nuevo sitio donde vivir. De momento, lo mejor que se podía permitir era un quinto sin ascensor de treinta y seis metros cuadrados. Eso sí, cerca del centro. Cuando vio el anuncio de una casa unifamiliar por más o menos el mismo dinero que costaba un apartamento tipo loft, no se lo pensó dos veces. Es verdad que estaba más alejada del centro, pero era una zona residencial agradable y bien comunicada. Incluso podría ir a trabajar en bici. Además, a juzgar por las fotos, el estado de conservación de la casa era sorprendentemente bueno. Hasta contaba con un pequeño jardín.
El brillo carmesí que se hunde en las lomas del extremo más lejano del pueblo es el indicio fehaciente de que hay que apresurarse. Apenas restan unos minutos de claridad antes de que el sol termine de ponerse y la oscuridad inunde las calles adoquinadas y los campos de cultivo aledaños. Cuando eso ocurra, las criaturas de la noche saldrán de sus guaridas y recorrerán cada recoveco buscando su ansiada recompensa. ¡Hay de aquel que hallen desprevenido!
La situación en la fábrica cada vez era más insoportable. El exiguo salario que recibían por unos turnos extenuantes apenas bastaba para sacar a flote a sus familias. Se oían rumores de revueltas más al norte, en las regiones mineras. Colbridge & Mills era una olla a presión, solo hacía falta una chispa para que saltara todo por los aires. Las demás fábricas de la región no iban mucho mejor.